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Luis Pizarro abre otra crisis a Griñán al dimitir como consejero de Justicia

La decisión causa el conflicto interno más grave en el PSOE andaluz en 20 años

Lourdes Lucio

El polvorín del PSOE andaluz estalló ayer. El que fuera el número dos de los socialistas en Andalucía durante 14 años y actual consejero de Gobernación y Justicia de la Junta, Luis Pizarro, presentó su dimisión abriendo una crisis interna a menos de dos meses de las elecciones municipales, la más grave desde la guerra entre guerristas y renovadores por el control del partido en Andalucía hace casi 20 años. Desde el inicio de la legislatura, hace tres años, esta es la sexta crisis de Gobierno.

La razón del sorprendente abandono de Pizarro es la del cambio de delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz, Gabriel Almagro, una persona afín a la mayoría de la ejecutiva provincial y al propio Pizarro. Las discrepancias entre los socialistas gaditanos -agrupación a la que pertenece Pizarro y el expresidente andaluz Manuel Chaves- han sido continuas desde que Griñán forzó un congreso regional para hacerse con las riendas de la federación más numerosa del PSOE tras sustituir a su amigo Chaves en la presidencia de la Junta.

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Desde ese congreso, el PSOE de Cádiz no ha encontrado su sitio en el siempre difícil encaje regional, donde el peso de las ocho agrupaciones provinciales siempre tiene que ajustarse con mucho tiento, preservando unos equilibrios internos tan queridos internamente como difíciles de explicar hacia el exterior para cualquiera que no sea militante del PSOE de Andalucía.

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Tras la salida de Pizarro y Chaves del puente de mando del PSOE andaluz, Cádiz quedó huérfana y su secretario general, Francisco González Cabaña, ha afeado varias decisiones de Griñán desde el mismo día en que fue elegido nuevo líder. Cabaña ha intentando varios pulsos al secretario general y este ha utilizado el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) para dar un golpe de autoridad en la provincia. El último encontronazo se produjo hace tres semanas con el intento de la dirección provincial gaditana de nombrar a un independiente como candidato en Jerez -la quinta ciudad de Andalucía y la única gran población que los socialistas gobiernan con mayoría absoluta- en sustitución de la alcaldesa. Esta operación contaba con el visto bueno de la ejecutiva federal.

Pizarro recibió una llamada a primera hora de la mañana de ayer de la consejera de la Presidencia, Mar Moreno, comunicándole la decisión de Griñán de destituir al delegado de la Junta en Cádiz porque quería nombrar a una persona de su total confianza. Los nombramientos de los delegados del Gobierno andaluz se hacen al alimón entre las Consejerías de la Presidencia y de Gobernación y Pizarro no solo se opuso, sino que advirtió que dejaría el Gobierno. Así se lo transmitió a Moreno y al propio presidente Griñán. Según las versiones recabadas por este periódico, Pizarro consideró el cambio de delegado como una maniobra para desestabilizar a la ejecutiva de Cádiz a golpe de boletín oficial -algo que los socialistas han utilizado siempre en los 30 años que llevan gobernando- y lo ha considerado como un ataque a su autoridad y sus largos años de servicio al PSOE. Pero la decisión de Griñán era firme.

Quiera él o no, Pizarro se ha convertido ahora en un referente para los cada vez más numerosos descontentos con la gestión de Griñán en el Gobierno y en la ejecutiva regional que dirige la secretaria de Organización, Susana Díaz. Diversas fuentes consultadas no daban crédito a que Pizarro pueda articular ahora un sector crítico en Andalucía, teniendo en cuenta que a sus 63 años está de retirada. Dependerá de él alimentar o desinflar esas expectativas. El desconcierto en el PSOE ayer era total porque Pizarro para muchos militantes "es el partido".

Ni Griñán ni Pizarro hicieron ayer declaraciones, ni el Gobierno explicó en un comunicado las razones de la dimisión.

Luis Pizarro (a la derecha) y Gabriel Almagro.
Luis Pizarro (a la derecha) y Gabriel Almagro.EDUARDO ABAD (EFE)

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