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El Rey defiende "proseguir y abordar" las reformas del Gobierno

"No caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo" - "Hay que conjugar voluntades con sentido de Estado por el interés general"

Anabel Díez

"Debemos proseguir y abordar juntos las reformas necesarias, cumpliendo además nuestros compromisos en materia presupuestaria y de déficit". Esta es la recomendación esencial del Rey en su discurso navideño de 2010 que se sitúa en la ortodoxia económica del Gobierno y de la Unión Europea. Y las reformas emprendidas y las próximas, a su entender, deben contar con el apoyo de los agentes sociales, de las fuerzas políticas y de la sociedad en su conjunto.

"No hemos llegado hasta aquí para dejarnos vencer por las dificultades, para renunciar a nuestras ambiciones de construir un país cada vez mejor". Esta es una de las reflexiones del Rey en un discurso en el que rezuma el deseo de imbuir ánimo, elevar la autoestima y estimular el espíritu de unidad. "Debemos desterrar el desánimo, levantar la cabeza, aunar esfuerzos y continuar la faena, conscientes de lo que somos, de lo que ya tenemos y de lo que podemos avanzar".

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La llamada enfática a desprenderse del pesimismo es constante en este discurso porque España, "una gran nación", ha sido capaz de superar con éxito muchas pruebas.

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El discurso se alinea con la política económica del Gobierno a pesar de que parte de las medidas han suscitado la crítica de un sector de la sociedad, de los sindicatos, con la convocatoria de una huelga general, aunque avaladas por una mayoría parlamentaria. "La crisis ha requerido la adopción de importantes decisiones por parte de nuestros poderes y a escala europea ha exigido concertar nuevas iniciativas", explica el Rey. "Todo ello para ganar la batalla al paro y mejorar en productividad y competitividad". Ahora bien, en su alocución navideña, de algo menos de diez minutos, dedicó la primera parte a resaltar la cruda realidad, muy centrado en las personas y en los colectivos más afectados por los recortes. "Lo más doloroso [de la crisis] es que ha golpeado a tantos hombres y mujeres que han sufrido -en su propia carne o en sus familias- la pérdida de empleo. Los parados concentran nuestras preocupaciones, son una prioridad insoslayable". Y especialmente los jóvenes a quienes "la sociedad española" no puede dejar por más tiempo que carezcan de trabajo. "Pienso asimismo en quienes han tenido que cerrar comercios, talleres o negocios. En todas las personas que han asumido grandes sacrificios y esfuerzos a lo largo de este año: trabajadores asalariados, autónomos, profesionales, empresarios, pensionistas o funcionarios". "Todos ellos merecen nuestro más amplio respaldo. Sus múltiples desvelos diarios y los de millones de familias cuentan con nuestra mayor gratitud pues contribuyen al bien de todos".

En su discurso, el Monarca recuerda que la crisis ha requerido "la adopción de importantes decisiones" por parte de los poderes e instituciones públicas a todos los niveles, en referencia a medidas gubernamentales pero avaladas por el Parlamento. "Pese a ciertos signos alentadores, todavía no se ha logrado una plena estabilización y recuperación internacional". Con reiteración defiende la necesidad de modernizar el modelo productivo "y generar mayor confianza en las posibilidades de España". Y esa confianza la propugna para los propios españoles en sí mismos. "Somos una gran nación, orgullosa de su pluralidad y diversidad, integrada en la Unión Europea con la que estamos comprometidos y por la que siempre hemos apostado. Un país de personas laboriosas y creativas, con una juventud espléndida, un inmenso y variado patrimonio cultural, modernas infraestructuras y muchas empresas punteras a escala internacional". Ahora bien, para asegurar nuevos horizontes de prosperidad y de bienestar, se necesita "unidad, responsabilidad y solidaridad". De cómo le vaya a España depende de cómo le vaya a cada uno de los españoles. "Por eso no caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo, que a la postre nos dañan a todos", concluye don Juan Carlos.

Y ya claramente menciona el armazón institucional español como marco "de convivencia y estabilidad que asegura nuestra Constitución". Es decir, existe una grave situación económica pero no va aparejada a una crisis institucional. Pero es imprescindible la unidad. "Todos, empezando por nuestros partidos políticos y agentes económicos y sociales, somos importantes para conjugar voluntades en esta dirección, con generosidad, sentido de Estado y pensando en el interés general".

La magnitud de la crisis, en su vertiente económica, social y política, impregna todo el discurso del Rey por lo que, a diferencia de años anteriores, apenas hay espacio para otros temas. Pero sí para la condena del terrorismo. "No nos debe faltar determinación para acabar con esta lacra. Honremos y arropemos con todo nuestro cariño y solidaridad a las víctimas de la violencia terrorista y a sus familias". Una llamada también a prestar la máxima atención a los excluidos y marginados, a los discapacitados, y al combate contra la droga y "la inaceptable violencia de género". También al cuidado del entorno natural.

El cumplimiento de las obligaciones internacionales de España le llevó al Rey hasta los miembros de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad desplazados en otros países. Les envió su afecto y tuvo especial recuerdo para los profesionales muertos en actos de servicio.

En esta ocasión, el Rey puso especial énfasis en resaltar su permanencia en la Jefatura del Estado. "Al expresar mi agradecimiento quiero, una vez más, asegurar que sigo y seguiré cumpliendo siempre con ilusión mis funciones constitucionales al servicio de España. Es sin duda mi deber, pero es también mi pasión". Antes, un reconocimiento: "He contado siempre, y muy especialmente este año, con el afecto de los españoles y con el activo apoyo del Príncipe de Asturias". El Monarca sin duda aludía implícitamente a las muestras de afecto recibidas por la preocupación inicial que suscitó su intervención quirúrgica. Entre las alegrías de 2010, destacó "triunfos inolvidables en la historia de nuestro deporte". Junto al Belén y al árbol de Navidad lucía una fotografía de la selección española de fútbol.

Don Juan Carlos, en un momento del discurso navideño. A la derecha, una fotografía del Monarca con los campeones del mundo de fútbol.
Don Juan Carlos, en un momento del discurso navideño. A la derecha, una fotografía del Monarca con los campeones del mundo de fútbol.EFE

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Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).
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