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Cambio en la Casa Blanca | La política exterior

El mundo que espera a Barack Obama

Las guerras de Irak y Afganistán y la crisis con Irán y Rusia son las prioridades - La nueva Administración es partidaria de rebajar las sanciones contra Cuba

Juan Jesús Aznárez

El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, sostuvo una primera ronda telefónica de cortesía con una quincena de dirigentes mundiales, pero la prioridad de su política exterior, salvo urgencias nuevas, será reconducir los conflictos iraquí y afgano, en cuya solución EE UU ha invertido miles de vidas y cientos de miles de millones de euros. Las ambiciones nucleares de Irán, con un primer desencuentro entre Obama y Teherán, el viejo estancamiento de Oriente Próximo, y la nueva guerra fría con Rusia figuran en la agenda del nuevo inquilino de la Casa Blanca. El demócrata tomó nota del discurso del presidente ruso, Dmitri Medvédev, responsabilizando a Estados Unidos de la crisis financiera global, del estallido bélico en el Cáucaso y del escudo antimisiles en la Europa de la OTAN.

Los demócratas tienen que dejar clara su posición en temas de seguridad
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Barack Obama, de 47 años, sin ninguna experiencia en el manejo de crisis internacionales, asume, el 20 de enero, la presidencia de un imperio con una crisis económica interna sin precedentes desde la Gran Depresión de 1929, e implicado en la neutralización de un terrorismo ubicuo y complejos desafíos sociales y políticos en los cuatro continentes. El diálogo palestino, uno de ellos, quedó pospuesto al negarse Hamás, marginada por la Administración Bush por no reconocer a Israel como nación, ni renunciar a la violencia, a participar en las conversaciones sobre Oriente Próximo que se iban a desarrollar en El Cairo esta semana.

Todos quieren hablar antes con Obama. Casi todo se ha intentado en la convulsionada región, aunque sin arreglo posible hasta ahora. Al igual que en Afganistán, cuyas autoridades reclaman a Washington más tropas contra la insurgencia talibán, que aprovecha santuarios tribales en Pakistán para atacar a las tropas de la coalición internacional. Asesores de Obama admitieron que el presidente electo apoya el envío de miles de soldados a Afganistán y la progresiva repatriación de tropas de combate de Irak, dejando en Bagdad retenes castrenses, y un Gobierno amigo (o no hostil). EE UU tiene 150.000 soldados en Irak y 34.000 en Afganistán.

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"Hay un generalizado consenso (también en la nueva Administración) de que Afganistán y Pakistán son las principales amenazas para nuestra seguridad, y la verdad es que no hemos avanzado mucho", dijo un portavoz del Pentágono. El general David Mckiernan, jefe de las tropas estadounidenses en Kabul, pidió 15.000 marines más. Durante los últimos meses, murieron más soldados norteamericanos en Afganistán que en Irak. Al ser insuficiente la infantería, numerosas operaciones las efectúa la aviación, que frecuentemente bombardea objetivos civiles cuando trata de destruir posiciones talibanes. Y las muertes inocentes traban la pacificación.

Obama hereda un mundo de crisis abiertas y otras difusas, más asequibles para un político que, contrariamente a George Bush, prometió estudiar a fondo las aristas de los problemas, no actuar sobre interpretaciones en blanco y negro, y ejecutar soluciones multilaterales, a ser posible. "Pero los demócratas necesitan una política exterior fuerte, tienen que dejar clara su posición en asuntos de seguridad. Los votantes los perciben como reacios al uso de la fuerza", según una tribuna de Hill Marshall, presidente del Instituto de Política Progresiva en el diario The Wall Street Journal.

"El nuevo internacionalismo [de Obama] tiene que recuperar el espíritu de Harry S. Truman y John F. Kennedy: (...) la diplomacia norteamericana es más efectiva cuando se acompaña por una creíble amenaza de usar la fuerza [si fracasan las negociaciones]". Marshall aboga por la refundación de la ONU, que responde a los esquemas del año 1945, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la OTAN. Obama deberá atender muchos frentes, pues los intereses estadounidenses parten del Ártico y circunvalan el planeta por Europa, Asia, África y América Latina, donde Venezuela y Cuba también tendrán su hueco en la agenda exterior del presidente electo, cuyo primer viaje será, como es tradicional, a los vecinos Canadá y México.

El petrolero Hugo Chávez goza de excelentes relaciones con las autoridades iraníes, y preconiza el alzamiento contra el imperio en cualquier tribuna disponible, pero el presidente venezolano dijo que quiere hablar "con el negro". Obama parece dispuesto a hacerlo con sus adversarios en Teherán o Corea del Norte, incluso con reuniones mano a mano, pero con preparación previa.

No parece factible a corto plazo un encuentro con el cubano Raúl Castro, pero Obama es partidario de levantar algunas de las restricciones contra la isla por primera vez en una década. Ya apuntó el relajamiento durante un mitin en Miami, donde vive una numerosa comunidad cubana.

Lo previsible es que levante algunas de las sanciones impuestas por Bush en los años 2004 y 2005. Varias prohibieron el envío de dinero a Cuba y más de una visita a la isla cada tres años a los cubanos estadounidenses con familiares allí. "De todas formas, habrá que ver también si ellos [Fidel y Raúl Castro] mandan señales en el tema de la mejora de los derechos humanos y la liberación de presos", según un asesor del ganador de las históricas elecciones del pasado martes.

Primer enfrentamiento con Teherán

El primer desencuentro diplomático entre Irán y Barack Obama se produjo en cuestión de días, y en torno a las ambiciones nucleares iraníes, sin esperar a la investidura presidencial de enero. La secuencia fue ésta: el jueves Mahmud Ahmadineyad felicitó por carta a Obama y le propuso terminar con la "injerencia" estadounidense en el mundo. La iniciativa fue trascendente, pues Washington rompió relaciones diplomáticas con Teherán en 1980, poco después de la revolución islámica de 1979.

Obama le contestó públicamente el viernes: las pretensiones nucleares de Irán y su apoyo al terrorismo son "inaceptables". El portavoz del Parlamento iraní, Ali Lariyaní, cerró ayer el triángulo con una descalificación: Estados Unidos sigue las políticas de siempre, sin cambios esenciales en su visión del mundo, ignorando que no puede evitar el acceso de Irán a la tecnología nuclear.

"Creo que el desarrollo de armas nucleares por parte de Irán es inaceptable" y la comunidad internacional debe colaborar para que no las tenga, sostuvo Obama en una conferencia de prensa en Chicago, la primera desde su triunfo electoral. "El apoyo de Irán a organizaciones terroristas, debe terminar", agregó. La carta de Ahmadineyad y la política hacia Irán van a ser revisadas "con cuidado. No es algo que deberíamos hacer por un impulso", dijo a la prensa.

Las declaraciones de Obama significan que Washington "sigue por el mismo camino equivocado de antes. Si Estados Unidos quiere cambiar su postura en la región tiene que enviar las señales correctas", según afirmó el portavoz parlamentario, para quien los cambios deben ser profundos, estratégicos, no de color o tácticos.

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