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CAMBIOS EN EL GOBIERNO

Un político que ya ha dirigido tres ministerios

Mariano Rajoy ha actuado como apagafuegos de La Moncloa en los conflictos más delicados

Luis R. Aizpeolea

Con la decisión de José María Aznar de nombrar, ayer a Mariano Rajoy titular de Interior, este político gallego, de 45 años, bate el récord de ministerios en la historia de la democracia. Con el cargo de Interior, Rajoy suma cuatro carteras en tan sólo cinco años. Antes lo fue de Administraciones Públicas, de Educación y Cultura, y de Presidencia.

Es vicepresidente primero por segunda vez y también por segunda vez un vicepresidente primero compatibiliza este cargo con el de Interior. Lo hizo Manuel Fraga en el Gobierno de Arias Navarro, de diciembre de 1975 a julio de 1976.

¿Dónde está el misterio de la polivalencia de Rajoy?. En la confianza que Aznar deposita en él por sus probadas dotes de diplomacia, prudencia y discreción, aderezadas con un punto de ironía a la gallega y escepticismo que despliega este profesional del Derecho, titulado como registrador de la propiedad. Esas cualidades las ha aprovechado Aznar al máximo asignándole sistemáticamente las tareas del bombero.

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Aznar se lo trajo de Galicia en 1990 e inmediatamente le encargó apagar el fuego del caso Naseiro (presunta financiación irregular del PP). Lo zanjó con una mezcla de suerte y diplomacia. La renovación interna del PP, con la jubilación anticipada de los políticos de la etapa franquista, fue el segundo reto que le encargó Aznar. Lo superó sin traumas y con mucha mano izquierda y sentido del humor. A partir de ahí, Aznar se acostumbró a encargarle todas las misiones delicadas: el pacto autonómico de 1992 con el Gobierno del PSOE, el único que firmaron José María Aznar y Felipe González, y la campaña electoral de marzo de 1996, la del triunfo del PP.

En su primer Gobierno, con minoría mayoritaria, en mayo de 1996, Aznar le asignó la tarea más complicada: las relaciones con los nacionalistas y el desarrollo de los pactos de investidura contraídos con ellos. La misión culminó con éxito y, a continuación, Aznar, en enero de 1999, le encarga la pacificación del Ministerio de Educación, al que los nacionalistas le han declarado la 'guerra' por la publicación del Decreto de Humanidades.

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Apagado el fuego, Aznar le asigna la campaña electoral de marzo de 2.000. Rajoy prepara una campaña moderada y Aznar logra la mayoría absoluta. Se lo lleva a La Moncloa y le premia con la vicepresidencia primera y el ministerio de la Presidencia. Desde allí asume la coordinación de los asuntos más complejos y cuando, en enero, salta el mal de las vacas locas, Aznar no duda en encargarle la coordinación ministerial para combatir esta crisis.

El último encargo de Aznar ya no es coyuntural como hasta ahora: Rajoy tendrá que dedicar lo que queda de legislatura a afrontar los dos retos más serios del Gobierno: el terrorismo y la inmigración.

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