"Vimos a uno que nos hacía señales con la mano desde la patera y a otro achicando agua"

Rogelio Navarrete García, de 50 años, capitán del portacontenedores Focs Tenerife, tuvo al alcance de la mano el rescate de la patera que el pasado día 25 de octubre naufragó en la bahía de Cádiz, dejando 36 cadáveres en las playas de Rota. "No paro de darle vueltas a la cabeza; me está costando mucho digerirlo, porque creo que se podían haber salvado", aseguraba ayer desde su casa de Cambre (A Coruña), donde pasa unos días de descanso. Navarrete había decidido guardar silencio después de que la semana pasada la Guardia Civil se pusiera en contacto con él para tomarle declaración. "Pero como han tardado tanto y no han hecho nada hasta ahora, he pensado que había que hacer algo para que alguien asuma su responsabilidad".

"Cuando el 'Sargazos' llegó a la zona, una hora más tarde, no había visibilidad"

El capitán, al mando del Focs Tenerife desde hace dos años, estaba descansando en su camarote y meditando sobre si debía sacar el barco a la mar para capear el temporal o seguir fondeado "porque la cadena del ancla sufría mucho y estábamos dando pantocazos (golpes de la proa contra el mar) todo el tiempo". El oficial de guardia requirió entonces su presencia en el puente: "Vimos un bulto a lo lejos, que se acercaba. Calculamos que iban 30 personas. Eran la siete o siete y media, aún había claridad y no había chubascos. Avisamos a Cádiz-Tráfico y nos mantuvimos en contacto", relata.

Navarrete puso en guardia a los 14 miembros de su tripulación, que estaban de día de descanso, que se calzaron los chalecos salvavidas y lanzaron escalas y aros de salvamento por la borda. "Puse en marcha las máquinas, pensando que le podíamos dar socaire (protección del viento y las olas). Se iban acercando y vimos cómo uno hacía señales con la mano y otro estaba achicando agua".

La lancha se siguió acercando, hasta "75 o 50 metros". El patrón "gobernaba bien, con la popa al mar, capeando, sabía lo que hacía, pero nosotros veíamos claramente, con el mar que había, que estaban en peligro", explica. Pero, súbitamente, la patera dejó de acercarse y puso proa a Rota. "¿Pedir socorro? No sé, uno hacía signos con la mano, pero no tenían medios para pedir socorro", explica. "Si se hubieran acercado a nuestro costado, el rescate hubiera sido peligroso, pero habríamos recogido a algunos. Era nuestro deber".

El Ministerio de Fomento se basa en este dato para decir que cuando la patera estaba a 50 metros, rechazó la ayuda del Focs Tenerife (de 7.000 toneladas de carga). "Creo que el patrón debió pensar una de estas dos cosas: que si viraba hacia nosotros se habría atravesado al mar y volcado, o que si los rescatábamos ya estaban detenidos, por lo que prefirió tirar hacia tierra a ver si llegaban y se escapaban. No sé qué decidieron. Los tuvimos a la vista hasta que cayó la oscuridad, cuando estaban a medio camino entre Rota y nosotros... Allí están las rompientes y cuando llegaron a ellas seguro que se atravesó la patera y volcó".

El capitán pudo llegar a ver al barco de rescate, el Sargazos, esperando en puerto. "¿Y de la base de Rota, no podía haber salido alguien? Ahí tienen barcos, lanchas de desembarco, helicópteros y gente preparada para esto... Eso es lo que menos digiero, que no salieran". Navarrete siguió en permanente contacto con Cádiz-Tráfico hasta las 22.30. "El Sargazos tardó una hora o más en llegar, pero ya no había visibilidad y los de la Guardia Civil... estarían ocupados", agrega. "Lo que es seguro es que si hubieran salido antes habría habido luz y los podían haber rescatado, al menos creo yo".

Navarrete tuvo una última conversación durante esa noche con el centro de control, que lo dejó tranquilo, creyendo que había salvado vidas. "Me llamaron para darme las gracias por el aviso y para decirme que habían hallado la patera. Yo les dije 'menos mal que esta vez no acabó en desastre' y no me dijeron más". El capitán desembarcó al día siguiente en Cádiz para pasar unos días con su familia. "Me enteré a media tarde, cuando me llamó mi hija. Me costó digerirlo, saber que los has tenido a mano, cerca. No logro sacármelo de la cabeza y desde luego creo que alguien debe asumir esto, no los profesionales, los de abajo, que dan el callo, si no los que deciden y se encargan de la coordinación".