Los empresarios piden "coraje"

No es fácil que los empresarios expresen directamente lo que les provoca el asesinato de su compañero Ignacio Uria. Hasta en privado resulta complejo conseguir que se explayen. La sola mención de ETA o del impuesto revolucionario les hace palidecer. Para eso tienen ya sus asociaciones corporativas que se pronuncian por todos ellos. Pero este mutismo no evitó ayer que se desbordase un torrente de sentimientos que se transmitieron entre sí, según su propio código.

El hermetismo se resquebrajó algo entre algunos empresarios y altos ejecutivos vascos que aceptaron reflexionar en voz alta todavía bajo el impacto del asesinato de su compañero. Eso sí, exigieron permanecer en el anonimato.

"Donde gobierna ANV es como con Franco, que no se puede hablar"

Un industrial de la zona reconoció sentir la misma indignación que percibió en los hermanos Uria a los que vio "rotos, indignados y muy molestos por la falta de humanidad que representa la abstención de ANV". Pero a la vez extraía una conclusión que iba más lejos que la rabia. "Necesitamos políticos de más categoría que estos que tenemos, mediocres y poco valientes. Éste [Ignacio Uria] sí que era valiente", afirmaba.

Esta desilusión con la labor de los políticos, la falta de liderazgo y una presencia que infunda seguridad, fue otro argumento recurrente ayer entre los pequeños y medianos empresarios que hablaron con este periódico.

Reprochan a la clase política, entre otras cosas, el estar permitiendo "que ANV se mantenga en 40 alcaldías cuando es la formación que apoya a los que matan", afirmaba otro industrial guipuzcoano, que añadía con indignación que en los pueblos donde gobiernan los radicales, como es el caso de Azpeitia, ocurre "como con Franco, que no se puede hablar; la gente no se atreve".

Ante la desesperanza y la falta de perspectiva que provoca la reiteración de la violencia con esta crudeza, también hay quien defiende la necesidad de que cambien las cosas y se produzca un vuelco electoral en las próximas autonómicas. "Aquí llueve sobre mojado", explicaba el dueño de una empresa guipuzcoana. Y recurriendo a la metáfora meteorológica, tan apropiada en estos días de insistentes tormentas, reconocía: "Estamos cansados de ver a diario el cielo gris. Necesitamos alguna persona que rompa moldes en el campo político. Y, no es que me agrade mucho, pero llevo tiempo pensando en votar a Patxi López para ver si moviendo a Ibarretxe se atisba algo de luz y de sol entre tanta nube".

También emotiva se mostraba la joven gerente de una empresa familiar localizada en el valle del Urola, quien reconoció tener un enorme disgusto por este asesinato "indigno y aberrante". Entre sus preocupaciones no estaba la supuesta falta de calidad de los políticos sino la preocupación porque la violencia tuviera una incidencia aún mayor en la crisis económica que soportan en la actualidad. "En este momento ya de por sí crítico, tenemos que apechugar encima con el yugo de estos terroristas que hasta se atreven a matar a un jubilado y hasta intentarán justificar su fechoría", se lamentaba.

La crisis también era la preocupación del directivo de una gran constructora en la que saltaron todas las alarmas tras el atentado de Azpeitia. Además de reforzar la seguridad a las "personas que trabajan" en las obras de la infraestructura amenazada, este ejecutivo reclamaba serenidad pero, sobre todo, un "gesto de coraje" de las instituciones hacia las empresas amenazadas. ¿Y cuál podría ser ese gesto? Pues algo tan sencillo como impulsar ya las nuevas licitaciones de la obra del TAV y los proyectos pendientes para hacer ver que "aquí no abandona nadie". Una ofensiva política y económica que en estos momentos de crisis es un refuerzo a las empresas, además de mostrar la intención de seguir con las obras ferroviarias.

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