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La superación de otros deportistas

Ejemplos del mundo del fútbol y del ciclismo, como Molina, Penev y Armstrong, que han vuelto a competir tras padecer un tumor

Abidal entrará mañana en el quirófano para que los médicos le operen de un tumor en el hígado. Pese a la gravedad del diagnostico, el jugador del Barcelona tiene precedentes de muchos casos de deportistas que supieron enfrentarse al cáncer, superarlo y no solo volver a competir, sino a triunfar.

El caso más emblemático, el ejemplo de como una voluntad inquebrantable puede sobreponerse a una grave enfermedad, sigue siendo el de Lance Armstrong. Al heptacampeón del Tour de France se le descubrió un cáncer testicular en octubre 1996, cuando el corredor tenía 25 años. A pesar de los esfuerzos médicos, el tumor se extendió considerablemente, primero a los pulmones y luego al cerebro. El estadounidense luchó por su vida y por volver a competir; 518 días después de su retirada, volvió a correr en la Vuelta a Andalucía. Un año después, ganaría el primero de los siete tours que le convertirían en una leyenda del ciclismo.

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Justamente la Vuelta de Andalucía regaló al mundo del ciclismo otra historia de superación, esta vez de un español. Markel Irizar, guipuzcoano del 31 años, se proclamó hace menos de un mes campeón de esa competición. En 2002, él también padeció un cáncer de testículo. Armstrong, cuando empezó su calvario, había recibido una carta del español que solo tenía, a la sazón, 17 años. El estadounidense, que mientras había inaugurado Livestrong, una fundación contra el cáncer, se interesó de la salud de Irizar y tras su última victoria en el Tour, le escribió una dedicatoria en un libro de ruta.

Abidal también tiene a disposición historias reconfortantes en el mundo del fútbol. España fue testigo de muchas recuperaciones prodigiosas. La primera fue la del búlgaro Lubo Penev. Un balonazo que recibió durante un entrenamiento con el Valencia, equipo en el que militaba en 1994, le llevó a hacerse una prueba que le permitió detectar la presencia de un tumor en el testículo izquierdo. Se operó de inmediato y volvió a jugar en octubre de aquel mismo año, 10 meses después de su último partido. Pero su victoria no se limitó en volver a las canchas. Triunfó con el Atlético de Madrid en el año del doblete (1996) y participó en su primer Mundial con la selección búlgara en 1998. De los 129 goles que anotó en la Liga española, 71 llegaron después de la enfermedad.

Otra historia son los destinos paralelos del Mono Burgos y de Carlos Roa. Ambos porteros, ambos argentinos, hasta llegaron a coincidir en el mismo equipo, el Real Mallorca, entre 1999 y 2001. Y los dos padecieron cáncer. El primero fue operado por un tumor maligno en el riñón izquierdo que le diagnosticaron cuando vestía la camiseta del Atlético de Madrid, en 2003. Volvió a jugar pocos meses después y durante la enfermedad hasta tuvo el tiempo de bromear. "Dios debe de necesitar un portero", dijo. Roa fue sorprendido por un tumor testicular en 2004, durante su estancia con el Albacete. Regresó a jugar en Argentina con el Olimpo. Otros guardametas que superaron sin consecuencias la misma enfermedad que afectó a Roa fueron José Francisco Molina, que compitió cinco años más tras la operación en 2003 -actualmente es el entrenador del Villarreal C- y Sergio Aragoneses, hoy portero del Tenerife y que superó la enfermedad dos veces, en agosto de 2005, cuando militaba con el Elche, y en enero de 2007, durante su etapa en el Hércules.

En el mundo del fútbol, también queda en la memoria la experiencia del danés Ebbe Sand. El apogeo de su carrera lo alcanzó después de 1998, año en el que superó un cáncer testicular. Volvió a las canchas, fue el máximo goleador de la Bundesliga con el Shalke 04 en la temporada 2000-2001, y en el siguiente curso se ganó un puesto en la selección danesa para el mundial de Corea y Japón.

El delantero búlgaro Penev durante su etapa en el Celta.
El delantero búlgaro Penev durante su etapa en el Celta.EFE

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