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Reportaje:

Condenada a vivir

La justicia británica niega a una enferma terminal el suicidio asistido

Con 42 años, Diane Pretty se acerca al final de su vida. Sufre de una neuropatía incurable que corroe el sistema nervioso sin afectar su capacidad mental. No puede caminar, moverse ni alimentarse por sí misma. Le falla la respiración y emite ligeros sonidos de voz que tan sólo sus más cercanos familiares aciertan a descifrar. Pero, al menos, todavía puede comunicarse mediante un aparato informático que se ajusta a su silla de ruedas. Los mensajes que teclea día tras día son muy claros: Diane quiere morir con dignidad sin aguardar que su maldita y dolorosa enfermedad siga su curso fatal.

Pero su demanda ha sido desestimada por el Tribunal de Apelación británico. Los tres jueces encargados del caso reiteraron ayer la decisión del fiscal general del Estado, que previamente había negado inmunidad a Brian Pretty para asistir al suicidio de su esposa. Ambos comparten morada desde hace 25 años y, ante la imposibilidad de quitarse la vida por sus propios medios, Diane pidió ayuda a su marido.

'Diane sabe exactamente qué quiere; quiere morir con dignidad, como y cuando ella decida'
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'Pero esa intervención es un delito cuyo máximo castigo son 14 años en prisión', advirtieron ayer los jueces en la resolución de un pleito sin precedentes en la justicia británica.

La familia Pretty escuchó decepcionada el veredicto. 'Diane está muy enfadada, porque siente que tiene derecho a hacer lo que cree que es correcto. Va a seguir luchando', dijo Brian tras un intercambio de miradas. Sin dejarse hundir por el rotundo fallo de los jueces de apelación, que incluso le denegaron permiso para acudir al tribunal de última instancia, la enferma terminal está decidida a llevar su causa ante los jueces lores, un institución que en España equivaldría al Tribunal Constitucional.

El caso se centra en la interpretación y aplicación del concepto de dignidad que recoge la Convención Europa de Derechos Humanos. Ayer, los tres jueces echaron por tierra los argumentos del equipo legal de Diane, que en la vista defendió el derecho a morir con dignidad en el momento de su elección.

Pero los jueces anteponen en su veredicto la protección y preservación de la vida, así como la dignidad de la vida, 'en función a su valor fundamental, no sólo para el individuo, sino para toda la comunidad'.

La inclusión de la 'comunidad' en las discusiones judiciales ha jugado en contra de Pretty. Porque, según se desprende del veredicto, los jueces creen que la sociedad británica no admitiría hoy día la eutanasia o el suicidio asistido. El juez Tuckey lo explica en su resolución, que arranca con un resumen de la envergadura del caso: 'Nos solicitan que permitamos a un miembro de la familia ayudar a morir a una persona querida, en circunstancias de las que no sabemos nada, de una forma que ignoramos y sin un escrutinio continuado por una persona externa'. Este escenario lleva al juez a determinar: 'Aunque tuviéramos buenos motivos para pensar que una prohibición global del suicidio asistido ya no fuera necesaria en una sociedad democrática, no tenemos motivos para pensar que permitir el suicidio asistido en estas circunstancias sea aceptable'. Poco después llega al meollo de su postura: 'No hay razón para suponer que hemos alcanzado este punto. Todas las indicaciones apuntan a que la opinión democrática de este país no está preparada para el cambio'.

Las reacciones de los grupos provida y antieutanasia confirman el vaticinio de los jueces. 'Una decisión en el otro sentido hubiera puesto en ridículo todo el espectro de la santidad de la vida. Si uno tiene derecho a que no le maten, sería absurdo ofrecer inmunidad contra el asesinato. Asistimos a una victoria del sentido común', declaró Michael Howitt-Wilson, vicepresidente del grupo de presión Alert.

Diane no se da por vencida. Seguirá peleando hasta agotar todos los cauces legales. 'Es una mujer dura y sabe exactamente qué quiere. Quiere morir con dignidad, como y cuando ella decida', confirmó Deborah Annetts, de la Sociedad Voluntaria de Eutanasia.

Diane Pretty y su marido, Brian, ante el Tribunal de Apelación londinense.
Diane Pretty y su marido, Brian, ante el Tribunal de Apelación londinense.ASSOCIATED PRESS

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