La pérdida de poder hace tambalear al PSOE cordobés

El PSOE de Córdoba ha vivido una de esas semanas que a todos los políticos incomodan, cuando las alfombras se levantan y se descubren las tensiones y miserias propias. El cese, hace siete días, de Joaquín Dobladez y Luis Rey, delegados de las consejerías de Cultura y Medio Ambiente y divergentes con la dirección provincial, junto a la casi destitución de Francisco García, en Obras Públicas y los rumores de dimisión de la delegada del Ejecutivo en Córdoba, Isabel Ambrosio, han aireado estos choques entre la ejecutiva provincial y sectores críticos del partido.

Estos no son los primeros movimientos de cargos promovidos desde la dirección. Ya los hubo antes del batacazo del PSOE cordobés en las elecciones municipales. Pero nadie niega que su nefasto resultado ha sido determinante. "Se ha reaccionado con miedo y con inseguridad ante una posible reacción interna que reclamase un fin de ciclo y un cambio de líderes", apunta un exsecretario provincial y socialista de la vieja guardia. "Ante este temor, han terminado atacando a los delegados de la Junta, acusándoles de no colaborar, con el fin de poner a su gente. Y encima, les ha salido mal, sobre todo con la figura de Francisco García, alguien muy respetado en el partido. No han podido con él, así que a ver cómo lo resuelven ahora", continúa.

"Los cambios de delegados siempre se han hecho", dice un dirigente local

Los socialistas perdieron en las municipales la Diputación

"No hay una corriente crítica estructurada", afirma la dirección

El PSOE es la cuarta formación política en el Ayuntamiento

Los más afines a la cúpula solo ven normalidad política en lo que ha ocurrido. Nada más alejado de miedos o temores a perder el poder interno. Así, de entrada, niegan la mayor: "Yo no veo ninguna crisis. Seamos sinceros: cambios así se han hecho siempre y a nadie le puede sorprender", discrepa un miembro de la ejecutiva local y provincial.

Pero incluso las voces más comprensivas como ésta, tuercen el gesto cuando se les pregunta por la oportunidad en el calendario de las destituciones. El mismo político lo explica: "Tal vez no se ha hecho en el momento adecuado. Estamos cerca de un largo periodo electoral. Primero los comicios nacionales de noviembre y luego, los autonómicos. Son momentos difíciles en los que los partidos se tensan. Y lo que ha ocurrido hace que la tensión parezca todavía mayor y desde fuera se vea como una lucha interna".

Según la tesis del sector crítico, el incendio lo ha avivado el propio aparato provincial. "Aquí, públicamente, nadie ha dicho una palabra más fuerte que otra hasta ahora", subrayan. Lo cierto es que el silencio ha sido la tónica durante el último año. En los mentideros se hablaba con voz queda de cierto malestar y cansancio. Pero imperaba la disciplina para proteger las siglas. Todavía hoy, con la crisis encima de la mesa, muchos no quieren hablar. "Por el bien de mi partido no voy a decir nada", ataja otro antiguo secretario general de Córdoba. Mientras, ese sector que busca una alternativa crítica comienza a tomar forma, mucho más en la capital que en la provincia.

Esa batalla de puertas adentro, que niegan en la dirección, también se debería, según los descontentos, a un intento de la Ejecutiva provincial de copar el próximo congreso provincial con representantes y cargos de su confianza para garantizar la reelección y el mantenimiento en los cargos. "Quieren seguir se hunda el barco o no", dice el socialista de la vieja guardia. "Además, lo importante es el mensaje que se envía desde la ejecutiva a los que se quedan: si queréis seguir teniendo un cargo público, no podéis estar contra de mí", continúa.

Y hay quien ya ve ejemplos de sobra de esta estrategia. El primer cargo en caer fue Rafael Blanco, teniente de alcalde y candidato del PSOE en 2007. Pocos meses antes de las elecciones se le obligó a dimitir. A Victoria Fernández, directora de la empresa municipal de la vivienda también se la acomodó en otro puesto de la Junta como directora general de Vivienda. Ambos se habían enfrentado de distinta forma a Durán. Aquello también ayudó a que, entre muchos silencios por un lado y unos pocos corrillos mediáticos por otro, se fuese cociendo la división interna de ahora.

La herida se haría más grande y profunda con la estocada de las urnas en las elecciones municipales de mayo. El PSOE perdió 2.430 votos en la ciudad -es la única capital andaluza en la que nunca ha habido alcalde socialista- y quedó como cuarto partido en el Ayuntamiento. Y lo que es peor, el Partido Popular se hizo con la Diputación, un bastión que los socialistas creían inexpugnable. También lo creían los populares, que se llevaron una sorpresa con el recuento de papeletas. "En el comité provincial se pidió una mayor reflexión que ayudase a cambiar y a avanzar para no repetir errores. Y no se ha hecho. Lo que es peor, los que critican son apartados", afirma un miembro del comité local. Otros se fueron aireados y voluntariamente, como el delegado de Turismo, Juan Rojas.

Desde luego, en la dirección no se ve así. "No hay una corriente crítica interna estructurada. Ni en los comités ni comisiones locales o provinciales se ha hablado. Yo me he enterado por la prensa", expresa un destacado socialista presente en la ejecutiva. Desde el área más contestataria se explica el mutismo por "el miedo" reinante en el PSOE local. Otro importante socialista de la provincia no es tan dramático, aunque sí reconoce que "se han perdido los cauces internos para el debate y la confrontación de ideas. Y eso lo deberíamos recuperar para discutir de puertas adentro y no en los medios de comunicación".