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Tragedia en la estación de esquí

Tres muertos por un alud en Formigal

La avalancha sorprendió a dos esquiadores y a un empleado de la estación deslizándose fuera de las pistas tras una intensa nevada

Tres hombres murieron ayer sepultados por un alud en la estación de esquí de Formigal, en el Pirineo oscense, cuando esquiaban fuera de las pistas. Dos de ellos eran deportistas y el tercero trabajaba en la estación. La tragedia ocurrió a las 10.45 de la mañana.

Al menos dos de los fallecidos -los dos primeros- formaban parte de un grupo de ocho personas que habían salido del dominio esquiable y se habían adentrado en una zona conocida como Garmo la Mina del Anayet, a los pies del pico del mismo nombre.

Tras la avalancha de nieve, los esquiadores ilesos avisaron a los equipos de rescate de la Guardia Civil de Montaña, que acudieron de forma inmediata a la zona.

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Al lugar se desplazaron 60 miembros de los equipos de rescate de la Guardia Civil de Benasque, Boltaña, Panticosa, Jaca y Tarazona, con tres equipos de perros y tres helicópteros. En su ayuda acudieron expertos de Protección Civil, bomberos y empleados de la estación de esquí.

Los primeros momentos fueron de confusión, porque nadie sabía cuántas personas estaban sepultadas. Apenas media hora después de la avalancha, los peros localizaron los cuerpos de Daniel Osambela Echeverría, nacido en 1971 y vecino de San Sebastián, y de Íñigo Enrique Zurita Goñi, nacido en 1970 en San Sebastián y domiciliado en Álava. Ambos estaban con vida. Fueron trasladados a una UVI móvil, donde los médicos intentaron reanimarles, sin éxito. Fallecieron media hora después.

Una hora más tarde, y a unos cinco metros de profundidad, apareció el cuerpo sin vida de Miguel Ángel Rodríguez, de 33 años, trabajador de la estación. El de Rodríguez fue el primero de los cuerpos detectados, porque llevaba una sonda de localización. Sin embargo, su rescate fue más largo porque estaba sepultado por más de cinco metros de nieve.

Pedro Garijo, teniente jefe de la sección de Montaña de Jaca y jefe de lo grupos de Montaña de la Guardia Civil,explicó que "los dos primeros localizados habían sufrido un arrastre y estaban sepultados por más de 40 centímetros de nieve. El tercero en ser rescatado apenas se movió del lugar; estaba a casi cinco metros de profundidad".

Garijo atribuyó lo ocurrido a la fuerte nevada caída la noche anterior en la zona. "La nieve no se había fijado, amaneció una jornada muy buena y el grupo se adentró fuera del dominio esquiable".

La noche del jueves cayó en Formigal una copiosa nevada. Algunas fuentes aseguran que durante la jornada del viernes hubo pequeñas avalanchas sin consecuencias, a causa de la nieve caída, pero la dirección de la estación lo niega.

El grupo Aramón, en el que participan el Gobierno de Aragón e Ibercaja, es el gestor de la estación. Ayer por la tarde, sus dirigentes y el consejero de Industria y Turismo del Gobierno Autónomo ofrecieron una rueda de prensa. La consternación era patente en todos ellos. El director de Aramón, Francisco Bono, lamentó lo ocurrido y lanzó un mensaje apelando a la prudencia. "No era el mejor día para aventurarse fuera de las pistas", dijo. Bono, muy afectado, acudió a media tarde al tanatorio, a donde habían sido trasladados los cadáveres.

En las pistas nadie se enteró del terrible accidente hasta que la llegada de los medios de comunicación alertó a los deportistas de que algo había pasado. A pesar de ello, los esquiadores siguieron disfrutando de la jornada soleada.

Mientras tanto, las autoridades y los gestores de la estación de esquí repetían las llamadas a la prudencia. Todos los dispositivos de emergencia se encontraban en alerta por el riesgo de avalanchas y la Guardia Civil mantenía permanentemente listos sus equipos.

El juzgado de Jaca se ha hecho cargo de las diligencias para investigar la muerte de los tres esquiadores. A la espera de que las autopsias determinen la causa exacta de las tres muertes, expertos forenses precisaron ayer que los aludes provocan el fallecimiento por asfixia a causa de la nieve, por golpes al ser arrastrados los cuerpos por la avalancha, o por hipotermia.

El último accidente ocurrido en unas pistas de esquí se produjo el 27 diciembre de 2005: un esquiador falleció en la estación de Candanchú tras sufrir una caída cuando se disponía a terminar el recorrido de un arrastre (telesquí). Dos días después, el 29 de diciembre, murió un esquiador madrileño tras caer por una cortada cuando hacía una travesía en el valle pirenaico de Lizara, en el municipio de Aragués del Puerto.

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