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CUMBRE DE LA UE | La gestión de la crisis

Europa afronta su peor crisis

Blair, primer ministro del país más euroescéptico, tendrá que gestionar una situación de difícil salida

Carlos Yárnoz

La llamada cumbre de la crisis del jueves y el viernes ha hundido a Europa en un caos mayor. Con insultos incluidos, la guerra entre el británico Tony Blair, el ganador entre las ruinas, y el francés Jacques Chirac, debilitado en Francia y en la UE, ha roto la Unión entre los partidarios de limitar el proyecto europeo a un gran mercado común y los que propugnan la integración política.

Así lo han explicado en público los mismos jefes de Estado y de Gobierno tras el rotundo fracaso de una cumbre que deja a Europa sin Constitución, sin presupuestos y sin liderazgo claro.

Blair, que presidirá la Unión a partir del próximo 1 de julio, reclama "un debate fundamental sobre el futuro de Europa" tras el desastre de la cumbre, porque los habitantes del continente "no están contentos ni de la dirección ni de la velocidad que lleva Europa". Tras llamarle "egoísta", su habitual enemigo Chirac le acusó de tener "una visión debilitada de Europa" por no querer pagar su cuota en la factura de la ampliación al Este.

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¿En qué consiste esa visión debilitada? Lo explicó el canciller alemán, Gerhard Schröder, el aliado del francés: "¿Queremos un mercado dotado de ciertos instrumentos o una unión política con todo lo que ello comporta, incluida la solidaridad entre el débil y el fuerte?" Con Schröder y Chirac, el decepcionado y "avergonzado" presidente de la UE, Jean-Claude Juncker, se apunta a la misma tesis: "De un lado, están los que quieren un gran mercado y sólo un mercado; del otro, los que quieren una Europa políticamente integrada". En el mismo equipo, el primer ministro belga, el liberal Guy Verhofstadt: "¿Debemos tener una simple organización internacional con algunas políticas comunes o una verdadera unión política?".

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También el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, se encuadra en este grupo. En la cumbre abogó por profundizar en la construcción de Europa y, aunque rechazó la última propuesta por "insuficiente" para los intereses españoles, aclaró de inmediato que sus razones nada tenían que ver con las de Blair y Balkenende.

Es el bloque de los europeístas, tradicionalmente conducidos por el eje franco-alemán. Pero la crisis de la UE sobrepasa a sus dirigentes. En pleno bajón de apoyos electorales, Chirac acaba de ser derrotado en el referéndum sobre la Constitución. Schröder sólo piensa ya en cómo sobrellevar en septiembre la casi segura derrota frente a la conservadora Angela Merkel, que será quien tenga que arreglarse con Chirac para intentar reflotar el eje franco-alemán, pero también con Blair como presidente de la UE.

En el otro bloque -para muchos, el euroescéptico; para otros, el de los ricos-, Blair llegó escoltado a la cumbre por el holandés Jan Peter Balkenende y el sueco Göran Persson. "Tenían un pacto de apoyo mutuo", dice un diplomático. Por eso, Blair pudo aguantar hasta el final, sin quedar aislado, su inflexible no a todo lo que pusiera en riesgo su cheque británico (5.000 millones que Bruselas devuelve cada año a Londres). Sus dos aliados no le fallaron ni cuando Juncker les ofreció en los confesionarios unos regalos de última hora en forma de minicheques de 210 millones a Holanda y 105 a Suecia. Blair y Balkenende "tienen una responsabilidad ante la historia" porque "únicamente a ellos" se debe el fracaso por su "egoísmo nacional", sentenció Schröder.

Blair, presionado desde casa por su competidor y ministro Gordon Brown, no puso el más mínimo interés en alcanzar un acuerdo. "Estábamos muy cerca de un acuerdo, pero ciertas delegaciones no tenían ninguna voluntad de cerrarlo", denuncia Juncker. Por eso fue "patético" y "vergonzoso", en palabras de Chirac y Juncker, ver que el inglés no cedía ni cuando los países del Este, los menos desarrollados, ofrecieron rascarse sus bolsillos y perder parte de los 130.000 millones que les esperaban. "Si sólo es un problema de dinero, decidme cuánto es", suplicó el primer ministro polaco, Marek Belka. "Mis hijos querían ser europeos y ahora vuelvo para explicarles que no hay dinero".

Con eso no contaba Blair y la escena ha supuesto ni más ni menos que "la ruptura de la Nueva Europa", aseguran diplomáticos. En este gran debate sobre el futuro de Europa, Blair ha perdido unos aliados que ya le ayudaron en plena crisis por la guerra de Irak. No lo harán cuando pase a presidir la UE el 1 de julio y menos en ese objetivo que se ha marcado para poner patas arriba un presupuesto basado en subsidios agrícolas (45%) y en fondos de cohesión (30%) -el maná que espera el Este- en lugar de la investigación, la educación y las nuevas tecnologías.

Ésa será la batalla más inmediata que Blair el reformador, como ya le llaman en Bruselas, ha planteado con inteligencia y en la que también le apoyan Italia, los nórdicos y, en general, los países más avanzados, mientras el presidente francés y el español Rodríguez Zapatero prefieren mantener en sus términos la Política Agrícola Común (PAC), de la que Francia y España son los más beneficiados. Para Chirac, la PAC es "moderna". Pero ésta "no es una crisis financiera, sino política", como insisten los portavoces consultados. La prueba es el fiasco que ha salido de esta cumbre para enfrentarse al no franco-holandés: "ganar tiempo" y "soluciones a la carta", como lo definen dos diplomáticos en Bruselas. El proceso de ratificación ha quedado congelado, aunque oficialmente se diga que continúa. Son ya seis países (Reino Unido, Dinamarca, Portugal, Suecia, Irlanda y República Checa) los que han suspendido sus planes.

De aquí a junio de 2006, cuando concluya la pausa que se han dado Los 25, "no habrá ni un solo referéndum de los siete programados", aventura un alto funcionario de la Comisión. Tras el fracaso de la cumbre, ni siquiera se hará el de Luxemburgo, convocado para el 10 de julio. Y sin pacto financiero, tampoco el de Polonia, previsto para otoño. Como mucho, sólo ratificarán el texto por vía parlamentaria en este año Bélgica, Chipre y Malta. Dentro de un año, por tanto, Los 25 tendrán que plantearse cómo salvar el contenido de un tratado ya inviable en los términos en los que fue planteado.

Es "la crisis más grave de su historia", coinciden todos. La "parálisis" de la que los mismos dirigentes europeos alertaron llega cuando en la UE no hay líderes europeístas estables para gestionar y superar el conflicto. Pese a todo, la UE debe seguir funcionando en el día a día. Aunque sea "con el viento en contra", como dice Schröder. Es el viento que ya le llega a Blair desde casi todas las capitales europeas y que arreciará el 1 de julio.

El primer ministro británico, Tony Blair (derecha), junto a su ministro de Exteriores, Jack Straw, el pasado viernes durante la cumbre en Bruselas.
El primer ministro británico, Tony Blair (derecha), junto a su ministro de Exteriores, Jack Straw, el pasado viernes durante la cumbre en Bruselas.AP

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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