Tras el golpe a la deuda española del jueves, ayer le tocó el turno a la catalana. La agencia de calificación Moody's rebajó la nota de solvencia de la Generalitat después de que esta rebasara ampliamente en 2010 el objetivo de déficit, del 2,4%, hasta el 3,9% del PIB.
Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, lanzó ayer uno de los mejores eslóganes para su campaña en las próximas elecciones municipales: el Ayuntamiento está dispuesto a asumir la inversión que la Generalitat no podrá hacer este año por los recortes presupuestarios en aquellos grandes equipamientos culturales ya afincados o previstos en breve en la ciudad.
No pocos pasajeros se extrañaron la semana pasada al ver que en su vuelo Bruselas-Barcelona un Artur Mas casi de incógnito viajaba instalado en la fila 14 con las incomodidades propias de toda compañía de bajo coste. Los más observadores entendieron todavía menos cosas cuando se dieron cuenta de que quien ocupaba la noble primera fila del mismo vuelo era Duran Lleida.
Francisca entra en una cafetería del centro de Manresa. Nerviosa y excitada saluda a dos conocidas con las que había quedado, Inmaculada y Dolors. En la mesa también hay sentadas otras personas desconocidas con las que pronto establecerá una estrecha relación.
Artur Mas, presidente de la Generalitat, sorprendió a los grupos de la izquierda en el Parlament con una defensa acérrima de la dación en pago. Fue el miércoles, en la sesión de control en el Parlament, cuando defendió que la devolución de la vivienda fuera suficiente para saldar una deuda hipotecaria impagada, sin que deba responder con el resto de su patrimonio.